“Hermanos y hermanas, buena tardes” un saludo acompañado de una verdadera sonrisa, un recuerdo para su predecesor, la petición al publico presente de orar por el, el nuevo obispo de Roma, el arrodillarse ante los feligreses en silencio, orar todos juntos en manera sencilla. En pocos minutos el mundo entendió como será su pastor y desde ya lo ama. Papa Francisco, cuyo nombre real es Jorge Mario Bergoglio, es el primer jesuita en subir al trono de Pedro, es el primer sur americano, argentino pero de origen piamontés, de Portacomaro en provincia de Asti con quien todavía ahora mantiene contactos, y es el primero en llamarse Francisco, como el santo de todos los santos.
De el se nota la humildad, la sencillez, en Buenos Aires se mueve en metropolitana y hace sus diligencias en autobús, es apasionado de fútbol y le gusta el tango, su obra pastoral se caracterizo por el contacto directo y sencillo con el pueblo y con los pobres. Ayer la iglesia nos sorprendió a todos, demostró no ser vieja y cerrada, una señal clara a la humanidad que pide una innovación hacia la espiritualidad y Papa Francisco parece ser aquel que logrará el cambio. El nombre escogido es emblemático y sobretodo significativo siendo un jesuita, garantía de un espesor cultural y evangelico y de un orden que siempre se ha opuesto al arribismo, por ejemplo el Opus Dei. Ahora sopla un nuevo viento en el mundo, un viento aneldo y esperado.